Wednesday 23 June 2010

Dominando la mente fugaz

Una mañana que era la víspera de otro día muy caluroso en Bangkok me encontraba yo en un templo cuyo nombre no recuerdo, esperando por un bus que me llevaría a mi y a mis futuros compañeros a un curso de meditación silenciosa por 10 días a un lugar remoto en la mitad de Tailandia. Tenía y no trataba de no tener muchas expectativas de este curso y para pasar el tiempo leía un libro contra reloj porque me faltaban pocas páginas y no quería dejarlo pendiente hasta que terminara el curso. Mi plan fue alterado cuando un señor llamado Manny empezó a hablarme y terminamos teniendo una conversación muy interesante sobre el contenido del curso, el desarrollo del mismo y la gran cantidad de experiencia que tenia él en esta área del conocimiento interno. Este era su segundo curso en este mismo centro y me quitó un peso de encima al decirme que la comida era buenísima y no se dormía en el piso, como me había comentado una chica que conocí unas semanas antes. Luego en el bus seguimos hablando por buen tiempo y conocimos un par de colombo-estado unidenses que venían detrás nuestro. Sabía que eran colombianos por el acento pero cambiaban el idioma a mitad de cada frase, así que me tenían muy confundido, luego me confirmaron que se fueron a vivir a Nueva York a los 8 años y desde esa entonces hacen la mezcla de idiomas. Me dio cierta alegría conocerlos, no conocía gente de Colombia desde hacia varios meses, aunque de colombianos les quedaban pocos rasgos y la cultura americana predominaba en su forma de ser y actuar.

Después de varias horas en bus, hablando y leyendo a las carreras (de nada sirvió porque no terminé el libro a tiempo) llegamos al centro de meditación y empezamos el registro, con la clara noción de que dentro de muy poco cerraríamos nuestras bocas y no usaríamos el lenguaje hablado por un buen tiempo, tampoco usaríamos lenguaje de señas y trataríamos de no tener contacto visual, todo esto para adquirir lo que llaman silencio mental. Desde hacía rato tenía interés en aprender algo sobre la meditación y sabía de las distintas oportunidades que existían en Asia para ello, pero al final me decidí a tomar este curso específico porque era de una duración apropiada, con un buen nivel de exigencia y además los costos del curso eran por donaciones, se ofrece la cantidad deseada si se aprendió algo.

La rutina del curso era bien clara y estricta, no se puede leer, escribir, escuchar música, tener acceso al mundo exterior o cualquier otro tipo de distracción mental o física. Se usaba segregación entre hombres y mujeres, había una campana que sonaba y marcaba los cambios de horario, para ir a meditar, tomar descansos, comer y el final del día. Las jornadas empezaban muy temprano, a las 4.00 de la mañana, donde se hacían dos horas de meditación peleando contra el sueño. Luego a las 6.30 venía la hora del desayuno y de reposo para luego entrar a tres horas más de meditación. A eso de las 11 venia el almuerzo, la segunda y última comida del día, continuada por una hora de reposo donde se podía hacer lo que se quisiera, aunque no había mucho por hacer, allí era donde se lavaba la ropa y se hacían las labores de higiene personal. Seguido de esto y cuando empezaba a pegar el calor del día venían varias horas de meditación hasta las 5 de la tarde en donde se podía tomar líquidos y fruta (en este centro nos consentían y teníamos pan y galletas). El día terminaba con otra hora de meditación, seguida por el discurso del día (un video presentado por S. N. Goenka) y la última sección de meditación del día ya con las energías agotadas y con la mente satisfecha luego de escuchar el jugoso y acertado discurso sobre la técnica.

La primera preocupación de la gente es, como durar 10 días en silencio, personalmente no me afecto, ya que el silencio es el perpetuo compañero de los viajeros solos, además de que mi forma de ser siempre ha sido pensativa, silenciosa y poco alborotada y no me causo mayor problema el no tener que hablar ni mirar a mis compañeros meditadores. Algo que sí me causo mayor dificultad fue lograr el silencio mental. Todos tenemos una mente que flota desmesuradamente, de un pensamiento salta a otro y luego a otro y a otro y así andamos por la vida, tratando de dominar este animal salvaje que llevamos en la mente, teniendo dificultad para concentrarnos y cuando queremos pensar en asuntos importantes terminamos desviándonos por las tangentes.

Al principio la técnica de la meditación se basaba en observar la respiración, no controlarla, sino solo observarla y pueden imaginar que no hay cosa más aburrida que esto, la mente se escabullía constantemente sin pedir permiso y la ansiedad y mal genio no ayudaba, además que poco a poco, el estar sentado en el suelo con la espalda recta sin apoyo empieza a crear distracciones dolorosas que parecen insoportables. Como en cualquier técnica la practica hace al maestro y poco a poco se fue aumentando el tiempo en el que se podía mantener la concentración sin que la mente se esfumara, poco a poco estaba cediendo esta bestia salvaje en el proceso de coordinación.

10 días de esto, de esta tortura, de este aburrimiento, pero el tiempo es efímero y pasa siempre como un abrir y cerrar de ojos, los días fueron avanzando, la técnica fue siendo enseñada y la mente cada vez más y más encontraba un silencio no visto antes. Algunas sesiones eran solo dolor y lucha mental y física, pero gracias al grandioso grupo de participantes, en su mayoría tailandéses, que trabajan con ahínco y fervor se encontraban fuerzas para seguir la tarea con diligencia y paciencia. Otras sesiones consistían en la exploración de las sensaciones corporales tal y como lo describía la técnica y entendiendo la ley de la naturaleza, como todo esta en constante cambio, como todo nace y vuelve a decaer, nada es constante.

Al pasar de los días el dolor en la espalda parecía hacerse más insoportable, eso juntado con las dudas sobre si esto era otra discurso de otra secta (y con secta me refiero a cualquier doctrina religiosa o ideológica, desde la religión cristiana hasta las sociedades secretas) que estaba buscando fieles, hacían que la mente se revelara y luchara constantemente distrayéndose y divagando como bien tiene acostumbrado. Ya estamos muy cerca del final y no me iba a rendir, no me iba a dejar vencer, me hice el propósito de terminar un curso entero y no tenía ninguna razón para dejarlo a medias, así que continué, deje a un lado mis desconfianzas y le dí un intento honesto a la técnica. Cada día la levantada a las 4 de la mañana se hacía más pesada, pero cada día se obtenían mejores resultados, se obtenía un estado de paz y tranquilidad fenomenal que no había tenido en mucho tiempo, sin prisas, sin preocupaciones, sin ansias, viviendo el presente.

Día 9 del curso, nos enteramos que al día siguiente podremos hablar para re adaptarnos un poco a la vida normal, no lo puedo creer, no tengo deseos de hablar con nadie, estoy disfrutando muchísimo de este silencio, de este estado, se que hay pocos compañeros que se están mordiendo la lengua para no hablar, pero la gran mayoría no teníamos afán de comunicarnos con los demás. Llego este momento y no le hable a nadie, no tenía ganas de participar en las conversaciones triviales que estaban tomando lugar, eso fue hasta que un chico vino y me habló, se presento y rompió mi encanto de silencio y esto me trajo un paso de regreso al mundo en el que vivimos. Poco a poco fuimos contando nuestras experiencias, anécdotas y resultados y así fuimos re introducidos a este mundo parlanchín en donde no vale la pena escuchar mucho de lo que se es dicho.

Terminó el curso con nostalgia y tomamos nuestros caminos separados, yo seguí hablando con Manny y pase con él los siguientes dos días en Bangkok mientras esperábamos para tomar nuestros destinos, el para su nativa Alemania y yo para la mejor historia de éxito de los tigres asiáticos.

Qué aprendí de este curso? qué saque de él? La verdad aprendí muchas cosas que ya sabía, cosas que ya había pensado y sacado como conclusión, como por ejemplo el hecho de que todas las religiones en su núcleo comparten los mismo principios de bondad, amor y compasión. El hecho de que tanto la parte física como la parte mental y espiritual de nuestros cuerpos debe ser alimentada y mantenida. Aprendí que puedo quedarme sentado con la espalda erguida por una hora y puedo mantener esta posición (lo cual hará muy feliz a mi abuela que siempre me decía que andaba encorvado), aprendí a calmar mi mente un poco observándome a mi mismo, vi como puedo dominar mi mente salvaje aunque aún falta mucho camino por recorrer, recordé la gran ley del universo, del cambio constante y de la tendencia de todo a surgir y decaer, pero creo lo más importante que conseguí fue ver las cosas desde otro punto de vista, desde otro ángulo, aprendí a ver dentro de mí y ser más balanceado en cuanto a las diferentes sensaciones positivas o negativas que vienen a mí. Fue algo lindo, hermoso, re vigorizador, los días siguientes a la finalización del curso fueron extraordinarios, llenos de paz interior y mucha energía, pero al igual que cualquier disciplina, cualquier doctrina, si no se practica regularmente se pierde y solo se convierte en una experiencia intelectual más.

Si desean saber más sobre la técnica lean aquí.

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