Friday 2 April 2010

In the Tubing, Vang Vieng

Desde que empece el recorrido por el sur este asiático observe innumerables mochileros usando una camiseta que decía In the Tubing, Vang Vieng. Yo tenía una idea medio clara de que era este lugar. En alguna aldea en Laos, al lado del río se puede alquilar un tubo neumático inflado y se puede ir río abajo tropezándose con uno que otro bar que ofrece alcohol y columpios para añadirle a la diversión. Lógicamente no me iba a perder de este lugar tan sutilmente promocionado.

El pueblo de Vang Vieng no era más que una parada entre Luang Prabang y Vientiane hasta que algún chiflado pensó en la idea de poner los tubos y los bares y los columpios y de allí nació este nido de mochileros que aún sigue siendo un pueblito no muy grande pero que atrae cientos de personas haciéndolas perder noción del tiempo y del espacio (literalmente) y que causa cierta depresión cuando al final se tiene el suficiente coraje de dejar este lugar con muy buenas y muy malas experiencias.

Personalmente pase 11 días allí en una montaña rusa de emociones que no olvidaré en mi vida. Aquí va un recuento de esos conmemorables días en ningún orden en particular.

Por su tamaño y sensación de lejanía Vang Vieng es el lugar perfecto para olvidarse del mundo real, y revivir el mundo en donde los farang se comportan de formas inesperadas en este paraíso de calor, alcohol, fiesta, química y precios razonables. Vang Vieng posee una serie de restaurantes en donde los últimos años han estado poniendo los capítulos de friends (ahora también Family guy y los simpsons) continuamente haciendo que el ir por comida se convierta en una sesión hipnotizante mientras se espera y se les recuerda a los robotizados meseros la orden que se les olvido pasar a la cocina 3 capítulos de friends atrás.

La primera noche nos topamos con Mao, una japonesa super amigable con la que compartimos el bus del infierno, ella nos mostró un poco el lugar, comiendo un delicioso asado a la Laos y yendo de fiesta con la super oferta de buckets (baldes que contienen una mezcla letal de alcohol, red bull y hielo) de Lao Lao, el whisky de arroz oficial de Laos que por su contenido de veneno debería ser ilegal. No recuerdo mucho de esa noche, solo se que por alguna razón rara estaban dando buckets gratis y que al siguiente día tenía la resaca más monumental en este viaje y que un dolor en mi pierna me atormentaba constantemente. No se como me lastime pero tenía una herida bien profunda del tamaño de una moneda, de seguro me dolió hasta el pescuezo cuando me la hice pero solo tengo recuerdos fugaces de esa noche. Pensé que si así era el principio de allí no saldría vivo (como otros falangs que fallecen y fallecieron en mi estadía) así que decidí pasar las gratuitas o extremadamente baratas ofertas de Lao Lao y enfocarme solamente en licores que podía controlar (beer Lao, en mi opinión la mejor cerveza de esta región).

En este lugar se pierde la noción del tiempo y la secuencia de las acciones se convierte en un borroso recuerdo que trae sonrisas internas. Entre las mejores experiencias que tuve fue tratar de tener un partido de voleibol en una cancha de barro, lo cual fue bastante divertido al igual que columpiarse en las retadoras y asustadoras cuerdas al lado del río Nam Ta, hablando de todo y nada con todos y con nadie, escribiendo y riendo de las estupideces escritas en los torsos y extremidades de los farangs. Allí me tope con un par de australianos que conocí en Hanoi que curiosamente nunca tuve la oportunidad de ver sobrios.

Este lugar es como una montaña con precipicios llenos de emociones abismales, como el repudio al comportamiento extremadamente asqueroso de los farang después de tener demasiados tragos de Lao Lao, no podía dejar de preguntarme que opinión genera este comportamiento entre los locales que solo ven la estupidez del hombre blanco en sus peores extremos y mientras tanto, todos tratan de tomar una porción de la torta vendiendo pancakes, bolsas impermeables e innumerables artículos y servicios.

Vang Vieng es como un pueblo fantasma durante el día con el ocasional mochilero con cara de guayabo astronómico o cargando su mochila antes de sumergirse en este paraíso. De noche, los tuks tuks llegan de regreso trayendo consigo grandes cantidades de vagabundos en estado de ebriedad y trance inexplicable mientras gritan a todo pulmón canciones o himnos de alegría. Más tarde el pueblo despierta y la fiesta continua en los bares más populares para luego terminar la noche en los 3 clubes nocturnos al aire libre donde las amistades echas durante el día se rencuentran y continúan con la misma rutina de alcohol, baile, cacería y suspiros de libertad.

Reitero, Lao Lao es veneno con sabor medio asqueroso, una tarde una chica era cargada inconsciente luego de perder conocimiento después de tomar demasiado, mientras era acercada y llevada a un tuk tuk, el conductor solo se enfocaba en saber quien le iba a pagar, seguramente ha visto tantas veces esto que le daba igual. Esa noche fuimos al hospital a ver a la chica, mientra dormía con suero intravenoso y su amigo sentado al lado de ella vomitaba en un balde frecuentemente.

Para algunos Vang Vieng es paraíso, para otros es un pequeño infierno; para mi, un poco de los dos.

Cada bar trata de atraer gente a como de lugar, por eso generan distintas formas de diversión de adrenalina, uno de ellos construyó un tobogán que no se veía para nada seguro. Yo espere a que otros lo usaran y salieran ilesos antes de probarlo, lo que daba desconfianza era que al final del tobogán había una especie de rampa que disparaba hacia arriba al usuario haciéndole perder control en la caída. Sobreviví este tobogán y lo repetí un par de veces pero un par de días más tarde me entere que un chico se partió el cuello en la rampa y otro se partió las costillas. Pero no importa, los farang siguen viniendo, bebiendo y saltando, una que otra casualidad no destruirá la diversión “sana” de las grandes hordas que sobreviven con heridas menores.

No todo es sodoma y gomorra allí en Vang Vieng, el paisaje alrededor es muy bonito con montañas pintorescas y muchas cuevas y lugares por visitar. Como la gran mayoría de la gente esta ocupada en el tubing estos lugares son solitarios y se pueden disfrutar completamente sin necesidad de compartirlos con nadie. Entre ellos visitamos una cueva (nada comparado con la que vimos en Kong Lo) y también hicimos escalada en roca un día.

Para los que están totalmente en contra de este nivel de putrefacción turística existe la opción de ser voluntarios en una granja donde pueden alimentar cabras, enseñar inglés y realizar otras labores. Fuimos de visita un día por allí y para rematar descubrimos que la granja es bastante cerca del área principal del tubing como consecuencia de esto se escucha música todo el día hasta que la fiesta muere al atardecer y se traslada al pueblo.

Tomando coraje y un poco hastiado de la rutina de este lugar magnético partimos en una mañana hacia Luang Prabang, el segundo destino más turístico de Laos. En el bus hacía Luang Prabang y varios días después una serie de emociones positivas y negativas me acompañaron al dejar este lugar tan, pero tan bizarro.

Añado algunas fotos de esos días sin ningún orden específico.

Vang Vieng, espero que no sea nuestro último encuentro.
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