Wednesday 7 April 2010

Entre los Hmong

Luego de otro largo y montañoso bus hacia Luang Prabang llegamos a otra de las fastidiosas estaciones de bus ubicadas estrategicamente 8 km fuera de los pueblos para con eso la mafia del tuk tuk toma ventaja del agobiado pasajero.

Luang Prabang es otra de estas hermosísimas ciudades protegidas por la Unesco por su maravillosa mezcla de arquitectura colonial francesa mezclada con templos budistas. Luang Prabang fue el lugar perfecto para pasar el luto de la nostalgia de Vang Vieng, dando paseos por sus calles tranquilas, probando su interesante y exótica cocina y admirando los innumerables templos. Uno de ellos es famoso por tener gran cantidad de mosaicos de diferentes vidrios reflectores creando paisajes budistas inexplicables, algún día me pondré en la misión de entender más sobre el budismo, sus distintas ramas y los significados de las distintas figuras y pinturas que se encuentran regadas por toda Asia.

Aquí van algunas fotos, del mercado nocturno:

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De los templos, esta me gusta porque parece que los budas están tratando de ver por encima del otro:

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Gente jugando petanque:

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Luang Prabang al igual que el resto de Laos es un lugar tranquilo, donde la vida parece morir a las 10 de la noche, luego me entere que esto ocurre debido a que legalmente nadie esta autorizado a estar fuera de casa después de la media noche. Supongo Vang Vieng es la excepción por medio de propinas dadas a las autoridades, nadie quiere que esa minita de oro se acabe.

Un día le pegamos un vistazo a unas cascadas de color turquesa, en donde se generaban piscinas naturales y no cabe duda en decirlo saltamos y nos divertimos tremendamente. Allí también esta un orfanato de osos, que da para uno que otro suspiro al ver estos animales tan agraciados comiendo y jugando en su hogar adoptivo.

IMG_1384 IMG_1381 Los siguientes días en Luang Prabang los pasamos divagando por más templos, librerías, leyendo y refrescandonos con los locales en el río. Uno de estos días visitamos un restaurante llamado Tamarind cuyos dueños una pareja Lao-Australiana les gusta experimentar con los ingredientes asiáticos generando platos de sabor diverso y exquisito.

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También nos unimos a la horda de farang y un día nos levantamos a las 5.30 am para ver a los monjes budistas caminar por la ciudad con recipientes en donde colectan arroz y donaciones de comida. Aparentemente ahora el ritual esta perdiendo su esencia ya que las donaciones son sacrificios por las personas que se levantan super temprano para cocinar y darle comida a los monjes. Ahora vendedores avispados vieron que el farang quiere sentirse iluminado al darle una ofrenda al monje mientras una foto es tomada. Aparentemente han habido casos de que la comida comprada esta pasada haciendo que los religiosos sufran de dolores estomacales.

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Otro tortuoso y largo bus hacia el norte de Laos en el pueblo de Luang Nam Tha donde pasamos una noche para el siguiente día tomar un apretado mini bus hacia la aldea de Muang Sing. Este lugar queda muy cerca de la frontera con China y tristemente los cielos se veían como en China, nublados con la capa invisible que cubre el sol, lo cual no fue del todo negativo porque nos dio un respiro del calor a veces insoportable.

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La idea de ir hasta Muang Sing era para poder ver algunas comunidades étnicas en esta zona y aprender más sobre ellas. Para ello nos levantamos un día bien temprano y fuimos al mercado local con la decepción de que la gente ya no usa sus vestidos tradicionales frecuentemente.

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Decidimos unirnos a un grupo de tres danesas e ir a la aldea de un guía turista y pasar un par de días allí. El nos alojó en su casa y nos dejo en manos de su familia en donde varios de sus hermanos tienen un nivel de inglés suficiente para llevar conversaciones básicas. Este grupo étnico se llama Hmong y su comida y creencias son muy distintas a la gente de Laos. Por ejemplo, no practican budismo sino que son animistas, creen en los espíritus de sus antepasados y tienen diversas celebraciones cuando un familiar fallece, entre ellas siempre debe haber alguien velando al muerto por varios días y para asegurarse que nadie se duerma juegan cartas.

Entre todos los familiares se turnaban para acompañarnos a dar paseos por la aldea, en donde por casualidad nos topamos a la hora del recreo de la escuela y terminamos dando una mini clase de matemáticas e inglés. También visitamos el templo budista local (aunque note que el hermano de nuestro guía se sentía un poco incómodo al entrar allí).

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Entre las actividades que tenían preparadas para nosotros era ayudar a dictar una clase de inglés en una escuela que el guía dirige por las noches, era muy curioso ver el fervor y el ánimo con el que todos estos chicos quieren aprender este idioma que puede significar tener una vida un poco menos dura en el futuro, o esa es la ilusión.

Después de una noche en la que me toco compartir cama con el hermano de nuestro guía (vergonzosamente no recuerdo el nombre de nadie en esta familia) fuimos en la mañana a “ayudar” con una plantación de árboles de caucho. La idea era quitarle las ramas que estaban naciendo dejando solo las tres más grandes para que el árbol crezca más alto. Siempre que pienso en tener que pagar para “trabajar” en una finca pienso en que mi abuelo me diría que puedo trabajar en la suya gratis!!

También le pegamos una visita a una aldea de otro grupo étnico llamado Akha que tienen costumbres más complicadas que los Hmong. Entre ellas la repugnante tradición de que si una mujer da a luz un par de gemelos, la mujer debe matar a las criaturas y vivir lejos de la aldea por un tiempo mientras el shaman de la tribu decida que puede regresar. Afortunadamente esta sádica costumbre esta desapareciendo gracias a la labor del gobierno de Laos que esta tratando de persuadir a la minorías étnicas para que se adapten a la sociedad moderna.

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Después de la interesantísima y enriquecedora estadía con los Hmong partimos de regreso a Luang Nam Tha y de allí continuamos hacia el borde con Tailandia, eso si tomando una buena dosis de buses incómodos y tediosos.

De regreso en Tailandia tuve una sensación de alegría enorme, tal vez porque de cierta forma ya se como moverme allí, como funcionan las cosas, encontrar los siempre disponibles supermercados 7-11 con aire acondicionad, al igual que el lado oscuro de Tailandia, el sobre turismo y la motivación codiciosa de los Thais.

Pasamos dos día en la ciudad de Chiang Rai que terminó siendo uno de mis lugares favoritos en Tailandia, fue el lugar ideal para descansar de tanto viaje en bus, tener gran variedad de comida, conexión de internet decente y realizar labores domésticas como escribir este blog, corte de pelo y otras compras. Allí también terminé de leer el magnifico libro llamado Papillon que me traía recuerdos de mi niñez cuando mi tía me hablaba de su juventud y de lo mucho que le gustaba este libro. Al igual me hizo recordar a un buen amigo francés que tiene una forma de ser muy similar a Papillon, directo, recursivo y muy muy amigable.

Cansados de tanto viaje por tierra y dándonos un poco de lujo porque lo que vendrá sera aún más retador tomamos un vuelo hasta Bangkok, vuelo que casi perdemos por quedarnos dormidos pero logramos hacer check in 1 minuto antes de la hora limite.

Contrario a lo que tenía planeado termine durmiendo en la infame área de Khao San Road, pero no importa es solo por una noche porque al día siguiente el camino sera en Birmania.

1 comment:

  1. Super, eso si que fue una expericia cultural.

    Saludos

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